jueves, 16 de febrero de 2012

Falsa identidad

Tema: Que ocurrirría si los veganos consiguieran que se prohibiera el consumo de carne?
Autor: Gemma Albi



Agente número 7847/3. Hora: 9:45 P.m. Zona de vigilancia: 3-B. Segundo informe del día 5 de octubre del 2047. Tras las rondas especificadas, no se registra ninguna actividad inusual o sospechosa en la zona. Sigo adelante con infiltración. Los individuos bajo vigilancia no muestran todavía signos de pertenencia a ninguna red de tráfico cárnico. Es posible que todavía no me haya ganado suficiente su confianza. Aunque no podemos descartar su inocencia. Recomiendo seguir adelante con la investigación para obtener información más fiable.

Mi nombre no es relevante. Era uno entre tantos jóvenes deseosos de poder ayudar al desarrollo de nuestra sociedad. Durante cinco años, me formé en la academia de policía como muchos otros, y fui especialmente adiestrado para infiltrarme en bandas mafiosas, traficantes de carne, asesinos, lacra de nuestros días. Durante esos 5 años se me enseñó a ser paciente, a no esperar resultados inmediatos, a saber separar mi vida real de mi trabajo, a ocultar mis verdaderos pensamientos. Me forjaron una falsa identidad, una identidad bajo la que debería actuar en contra de mis propios principios, bajo la que me podía ver obligado a hacer cosas terribles, equiparándome a aquellos contra los que estábamos luchando. Me advirtieron que seria duro. Me daba igual. Estaba dispuesto a todo con tal de poder ser de utilidad

-Jack, ¿Todo bien?
Ni siquiera tenía que levantar la cabeza de su cuaderno de cuentas para adivinar que eran mis pasos los que resonaban en la sala.
-Todo bien, Jack. -respondí como habitualmente- ¿Y tu?
-No me puedo quejar, hoy estamos trabajando bastante.- Dijo con una sonrisa.
La pareja que se sentaba en la única mesa ocupada de toda la sala-comedor levantó la vista de su ensalada y sonrió, tomando el comentario de Jack como una ironía.
-¿Vas a subir a decir hola?
Me tomé un momento para responder. Iba a subir, iba a acabar subiendo.
-Si...creo que subiré. ¿Como están tu mujer, los niños?
-Ella remugando como siempre, ahora la verás arriba. Y los niños...los niños suben fuertes como toros.- Jack soltó una risotada. Nada parecía afectar nunca al dueño del establecimiento.
-Anda, ve, ve.
Me empujó hacia la pequeña escalera de servicio y volvió a meter la cabeza en su cuaderno de cuentas. 
Subí la escalera hasta arriba y crucé una puerta reservada al personal. Detrás de la misma se encontraba la cocina del local, donde, efectivamente, estaba la esposa de Jack.
-¡¡Jack!! ¡¡Que alegría volverte a ver por aquí!!
-Lo mismo digo, señora, lo mismo digo.
-Vienes en muy buen momento. Ven, siéntate.
Atravesando la cocina y un pasillo estrecho había otro comedor, más pequeño, pero bastante más lleno que el de la planta baja. La señora me hizo sentar en una de las pocas mesas que quedaban libres.
-Como te he dicho, no podías llegar en mejor momento. Nos acaba de llegar algo muy especial. Seguro que te hará ilusión.
-Sea lo que sea, seguro que estará riquísimo.
-¿Estás de broma, chico? ¡Es ternera, ni más ni menos! ¡Esto no se ve todos los días! Un conejo, un pollo, son presas más o menos fáciles de escamotear y esconder. Pero ¿una vaca? eso ya son palabras mayores.
Diciendo esto se dio la vuelta y desapareció por el pasillo. Poco después volvió con mi  ternera.
-Saboréalo bien chico, quién sabe cuando vamos a tener oportunidad de volverla a probar.
Me hizo un guiño y me dejó a solas ante mi plato de carne.

Corto, muerdo, mastico, trago. Y está bueno. Y me gusta. Llevo tres días pensando en esto, en este momento. Corto, muerdo, mastico  trago, regodeándome en ello, intentando alargar este placer. Corto, muerdo, mastico, trago. Y durante este instante, no puedo pensar en el robo, en la matanza, en la sangre inocente que mancha las manos de esta gente y las mías propias. No pienso en las consecuencias nocivas que puede tener esto para mi organismo, para mi carrera, para mi sociedad. Mientras corto, muerdo, mastico y trago no soy más que un animal saciando sus instintos más bajos.

Nunca pensé que seria así. Que seria uno de ésos que se dejan perder, que sucumben ante la primera adversidad. Corrupto. Ésa es la palabra que usa para los que son como yo. Pero no, no es ésa no es mi verdad. Yo no soy mala persona, no hago mal a nadie, no busco mi beneficio con todo esto. No soy un corrupto. ¿Que soy entonces? Soy el hombre que ellos engendraron. El carnicero, el carnívoro, la bestia al margen de toda moral que ellos querían que fuese. Soy víctima de una nueva identidad que poco a poco ha ido haciendo presa de mí. Cada vez que visito este local, cada vez que doy un bocado a  esta carne jugosa, siento que Jack es más mi verdadero yo, y el fantasma que se pasea por el cuartel mientras dicta sus informes adulterados, no es más que mi falsa identidad.

martes, 14 de febrero de 2012

Comepiedras

Tema: Que ocurrirría si los veganos consiguieran que se prohibiera el consumo de carne?
Autor: Luis Guallar


Nadie habría creído, en los primeros años del siglo XXI, que los asuntos culinarios eran observados aguda y atentamente por inteligencias entrometidas, dispuestas a imponerse a toda costa; que mientras los hombres se ocupaban de sus propios asuntos, generalmente de mayor importancia, se gestaban en secreto planes que nadie podía imaginar. Así fue como llegó el momento en que, gradualmente, el consumo de cualquier producto cárnico —y de origen animal en general— fue totalmente prohibido en la faz de la tierra. Aquel fue el triunfo definitivo del veganismo, movimiento que perdió así el nombre que durante años había enarbolado como bandera de guerra. La gente común tuvo que olvidarse de filetes y hamburguesas, así como de queso y tortillas. Los supermercados se vieron inundados de una nueva línea de alimentos, sucedáneos preparados a base de tofu y otras sustancias similares; las farmacias hicieron su agosto vendiendo los suplementos alimentarios que el pueblo necesitaba gracias a su nueva y sana dieta. Y durante un tiempo todo estuvo en paz, y ningún padre conservador tuvo que discutir con su rebelde hija new age acerca de si su cena había sido anteriormente un lindo corderito; ahora, su hamburguesa había sido únicamente soja y coagulantes.
Pero la historia es una rueda; el ciclo se repite una y otra vez. Donde había uniformidad nació la discordia, porque pronto surgieron voces afirmando que las plantas eran seres vivos; que también podían sentir; comerlas, por lo tanto, era un crimen. El nuevo movimiento, que no tardó en ponerse de moda gracias al hecho de ser abrazado incondicionalmente por diversas estrellas de Hollywood, fue bautizado con el singular nombre de Mineralianismo; los mineralianos afirmaban que se debía respetar toda forma de vida, y que el único alimento aceptable provenía de los inertes minerales. Sus detractores, al contrario, defendían que esos argumentos eran una falacia y que no pensaban renunciar a sus jugosas hamburguesas de tofu; comenzaron a llamar comepiedras a los mineralianos, y no les faltaba razón: algunos se intentaban procurar alimento lamiendo piedras ricas en sodio. Las críticas al movimiento alcanzaron su punto más álgido cuando se dieron varios casos de muertes por desnutrición, y varias modelos de pasarela resultaron intoxicadas al beberse el mercurio de un termómetro. Aun así, los más firmes defensores del Mineralianismo se esforzaron por hacer propaganda de las virtudes de la nueva dieta mineral; no se trataba de alimentarse únicamente lamiendo piedras, pues se podían preparar, con complicadas y caras recetas, suculentos platos a base de calcio, zinc o magnesio. Por supuesto, se necesitaba complementar la dieta con suplementos alimentarios de toda índole; los mineralianos ingerían al día más píldoras que alimentos, pero siempre defendieron que la suya era una dieta muy sana y equilibrada, además de justa para las sensibles y desvalidas plantas.
En aquellos tiempos las grandes corporaciones farmacéuticas alcanzaron un gran poder gracias a la creciente demanda de nuevos y sofisticados suplementos alimentarios; desarrollaron medicación específica de nueva generación y la vendieron a precio de oro, a sabiendas que los mineralianos comprarían sus productos. Ellos, por su parte, ya no podían permitirse el lujo de pagar precios desorbitados por los complejos platos preparados minerales, pero gracias a la nueva medicación podían sobrevivir lamiendo piedras sin peligro de desnutrición. Las farmacéuticas se enriquecían a un ritmo alarmante; pronto, sin embargo, ese crecimiento que estaban experimentando se iba a disparar todavía más. Ante la creciente proliferación de mineralianos de bajo nivel, que se permitían comer fruta al no morir así la planta —aunque existía el debate acerca de si se podía arrancar o se tenía que recoger una vez caída— surgió un núcleo de ideología más radical: los autodenominados Mineranos, cuyo nombre era una contracción del término original. Estos declararon que no sólo no se podía matar plantas para alimentarse; tampoco se podía comer fruta ni usar tejidos vegetales para confeccionar ropa. Dijeron adiós al algodón y, tras un breve y poco fructífero coqueteo con las armaduras medievales y con unos extraños jerseys de piedra, comenzaron a vestir únicamente con tejidos completamente sintéticos. Contra todo pronóstico, el núcleo se expandió —de nuevo gracias a las estrellas de Hollywood—, y el mineralianismo murió en pos del nuevo y flamante mineranismo. Farmacéuticas de todo el mundo se frotaban las manos; llegó a ser tal su poder que no tardaron en hacerse con el control de gobiernos y estados.
Años habían pasado desde que se prohibió la carne en el mundo. Las granjas habían sido substituidas por enormes factorías químicas al servicio de las todopoderosas farmacéuticas. Mientras tanto, la gente había cambiado; los medicamentos de nueva generación, que permitían una mejor absorción de los nutrientes de los minerales, tenían unos efectos secundarios del todo inesperados: los humanos estaban echando raíces, literalmente; a la gente se le caía el pelo, y les crecían hojas; los recién nacidos parecían mandrágoras. Conforme pasaba el tiempo, el ser humano se volvía más pequeño y sedentario, y se alimentaba directamente del suelo.
En algún lugar del mundo, alguien gritaba con desesperación mientras un inocente conejo, ser vivo al que hay que amar y respetar, le devoraba sus vegetales entrañas sin ningún atisbo de compasión.


viernes, 10 de febrero de 2012

Año nuevo, tema nuevo!

¿Nos echabais de menos? Sí, ya se que tendríamos que actualizar más a menudo, pero queríamos daros tiempo para animaros a participar. Tal vez a partir de ahora lo hagamos más a menudo, o tal vez no. Da igual, porque aquí, recién salido del horno, y todavía calentito, tenemos un tema nuevo. ¿De que se trata esta vez? Pues...

Que ocurriría si... los veganos consiguieran que se prohibiera el consumo de carne?

Da igual si estais a favor o en contra, o si os da igual. ¡Animaos a imaginar y participad! Recordad que podeis enviar vuestros relatos, o vuestras propuestas para nuevos temas,  a queocurririasi@gmail.com

domingo, 4 de diciembre de 2011

Edén

Tema: Que ocurrirría si conociésemos nuestro futuro?
Autor: Gertrudis Margot Vladimir



No quería levantarse. Otra vez la misma rutina. Otra vez aguantando el silencio del mundo. Y no quería levantarse. 
Estaban llegando, venían a por ella. Por no seguir lo estipulado, por intentar cambiar las cosas. ¿Tan malo era querer ser libre? ¿Era algo tan imposible?
No se movió cuando los soldados, vestidos con un armazón negro metalizado, tiraron la puerta abajo. Delante de sus ojos pasaban las imágenes de todos los ángulos en los que podría haber caído la tabla de madera. Eso era nuevo. Tal vez, era consecuencia a lo que ella había hecho.
Se acercaron a la frágil chica, tumbada en la cama. Lo hacían con reverencia, incluso con temor. La joven se puso en pie a desgana y dejó que la apresasen. Pensó en salir corriendo y, sorprendida, se dio cuenta de que nadie más podía ver esa opción en su cabeza. No eran ya un solo ente.
Desechó la idea de huir, aunque algo en su interior hacía que estuviese animada. Puede que fuese la perspectiva de que no podían predecir su próximo movimiento. 
Cuando la escoltaban hacia el coche, miró a su alrededor. Un solo color se extendía por los edificios, los vehículos y las personas; el gris. Podía ver a esos niños moviéndose como autómatas, yendo al colegio sin esperar nada. Sin aspiraciones ni esperanzas. ¿Para qué? Tenían tatuado un oficio desde su nacimiento. Una lista de nombres y trabajos asignados desde la cuna. Kevin; agricultor, Peter; bombero, Amanda; psicóloga. Ellos asentían y se preparaban para ese futuro prefabricado.
Jareen, la chica que entraba con los guardias en aquel vehículo blindado, había decidido rebelarse. Primero con pequeñas cosas, como el color de su ropa, sus amistades, sus parejas… Y después renunciando a su trabajo, manifestándose junto a otros simpatizantes. Pero los otros se cansaron o se doblegaron bajo el yugo de El Nido, la Mente Central. El Gran Profeta. En esta sede, la Mente decidía el destino de todos los habitantes del Edén. Allí, donde amanecía siempre a la misma hora, todos los días igual. Donde nunca hacía ni frío ni calor, donde no llovía.
Sentada entre dos fornidos soldados, Jareen recordaba aquello. Le había costado asimilarlo. Ella, una chica que hacía un mes formaba parte del Edén, una funcionaría más de ese régimen jerarquizado por el Ser Inmortal, había osado salir al exterior.
Recordó, anhelante, el calor del sol en su cuerpo, el viento y el olor a tierra mojada. Decidió abrirle los ojos a la gente. Y fue entonces cuando se le ocurrió destruir la Cúpula. Esta era la sede donde la Mente se reunía con los quince Profetas y ponían en orden Edén. Jareen no sabía porque sus pensamientos no se encontraban controlados por ellos, pero no pensaba esperar sentada. Buscó en antiguos libros como fabricar una bomba casera, aunque eficaz. Para esa operación no podía contar con nadie. Se coló en la Cúpula y, cuando tocaron las doce del mediodía, la hora del almuerzo, detonó el artilugio. 
Para bien o para mal, no había ocasionado ninguna baja. Escapó como pudo de la multitud que desorientada se le acercaba. Llegó a casa y se enterró bajo las sábanas. Hasta este momento.
Iban hacia la Cúpula. Podía ver su muerte. Un escuadrón de soldados grises se pondría delante de ella. Ella diría que no se arrepentía de nada. Y tras una ráfaga de disparos, moriría. Sin dolor. Tampoco le tenía miedo a la muerte. Jareen sonrió. Al menos sería libre.
Llegaron a su destino. La Mente estaba allí. Un hombre que no correspondía a la definición de hombre. No tenía nada de humano. Era lo más alejado a esto que era posible. Un robot, un dios, insensible, omnipotente. La chica le sonrió cuando pasó por su lado. Con una sonrisa cruel y amarga.
Colocaron a la joven contra la pared del patio del edificio. ¿Última voluntad? ¿Últimas palabras? No dijo nada. Estaba pronosticado que diría algo, pero no lo dijo. Los soldados, desconcertados se miraron, sin saber qué hacer. 
Sonó un disparo. Y después se oyó un cuerpo caer. El Inmortal, con los ojos desorbitados, miraba el cadáver de la chica, mientras sujetaba un fusil. Los guardias observaron, estupefactos, al Ser. Seguidamente, a la chica. Y algo dentro de ellos, dentro de todas aquellas personas encasilladas, se encendió. Podían elegir. Podían ser libres. 
Y mientras asimilaban aquella idea, la Mente, aquel que les había esclavizado, moría a manos de su séquito.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Adiós

Tema: Que ocurrirría si conociésemos nuestro futuro?
Autor: Gemma Albi


Una pareja de tantas disfruta de su cena en un restaurante.

-Mmm.... que rico está esto. ¿Quieres un trocito?
-¿Que es?
-Pollo...pollo tandoori creo que se llama. Es un poquitín picante. Lleva especias, yogur y no sé que más. Toma. Prueba.
-Humm.. se…no esta mal.
-¿Te acuerdas de la primera vez que vinimos a este restaurante?
-Sí.
-¿Es por eso que me has traído aquí?
- ...sí.

La pareja prosigue con su comida en estricto silencio. En algún momento, ella se decide a hablar de nuevo.

-Si esperas a que te pregunte para qué me has traído aquí, vas muy equivocado.
-¿Porque?
-Porque no lo quiero saber.
-Lo tenemos que dejar.
-No. No lo ''tenemos que dejar''. A ti, te conviene dejarlo.
-No quiero entrar en esa discusión.
-Perfecto. Estaré encantada de hacer ver que esta desagradable conversación no ha tenido lugar. ¿Vas a querer un poco más de pollo? Estas raciones que ponen aquí son enormes.
-No.
-Vale.
-Ana, lo tenemos que dejar, en serio.
- ¿Y porque?

Él suspira, no va a ser tan fácil como creía.

 -Ya sabes de sobra porque. Lo sabes ahora y lo sabías cuando nos conocimos. Incluso antes de eso, lo sabías! No me vengas con esas. Tu y yo nos conocemos, salimos un tiempo, y luego, lo dejamos. Después, conozco a una chica del trabajo, que resulta ser la mujer de mi vida, y nos casamos. Así van las cosas.
-Ya ya ya ya… Toda esa historia ya me la sé. ¿porque ahora?
- ¿Que importa si antes o después?
- A mi me importa. ¿Porque ahora?
- Ha… ha entrado una chica nueva en el trabajo. ¿Es eso lo que querías oír?
-¿Es guapa? ¿Te gusta?
- Yo que sé. Te digo que acaba de entrar, apenas si la he visto un par de veces...
-Podría no ser ella.
-O podría serlo. En cualquier caso, preferiría tener el camino libre por si acaso
- El camino libre... Así que en eso me he convertido ahora, en un estorbo en tu camino.
-Venga va, los dos sabíamos cuando empezamos con esto que nuestra relación no tenía ningún futuro.
- No. Se nos dijo que tendríamos una relación. Se nos dijo que ésa relación se rompería. Pero eso no quiere decir que tenga que ser así obligatoriamente.
-Francamente, creo que te estás comportando como una inmadura y estás haciendo el ridículo. Si se nos da a conocer nuestro futuro es precisamente para no tener que perder el tiempo con este tipo de cosas. Esta más que demostrado que de este sistema es el mejor que existe: nos adaptamos mejor a los cambios, estamos menos confusos y estresados y hay menos niveles de insatisfacción entre la población. ¿Qué más quieres? ¿ O es que de verdad te crees que podrías vivir siempre codo a codo con la incertidumbre? A ver si esta relación va a funcionar o no,  a ver si me van a echar mañana del trabajoo no... Nooo. Ni de broma.
-Pues al menos habría un poco de esperanza, y de interés por ver lo que pasará mañana.
-¿Sabes que? No me creo  nada de esto que estás… Mira, pongámoslo al revés. ¿que pasaría si fueses tu la que tuviese un brillante porvenir y yo el que no te dejara avanzar?¿ Eh?¿Estarías tan en contra del sistema entonces? No, claro que no! Lo que pasa es que no eres capaz de afrontar tu futuro. Ése es el problema.
-Y a ti te da igual.
-Yo no puedo hacer nada por ti.
-Tu postura es tan fácil…
- Ah , no! No pienso dejar que me eches la culpa de esto. Cada uno tenemos la vida que tenemos y no podemos cambiarla, es verdad. Pero lo que si podemos decidir es cómo vivirla. Tu solita has decidido amargarte así. Has tenido tiempo más que suficiente para prepararte para lo que está por venir.
-Quizá sí, quizá sí que no me he preparado bien para mi destino. O quizá es que me ha tocado un destino de mierda quién sabe. Al menos tendré la seguridad de haberlo vivido, no como tu, que te deslizas por el tiempo como si todo fuese un puro trámite. Pero dime, para llegar ¿a dónde? Os deseo mucha felicidad a ti y tu futura señora, a la que amarás tanto, de palabra y por costumbre, por supuesto. Me voy,  no te quiero ver más. Alégrate! que me voy y no sé si me voy porque quiero, o porque tiene que ser así.

Ana se levanta y abandona el restaurante. No paga su cuenta. No se la ve más por allí. La mañana siguiente de su ruptura es atropellada por un automóvil al salir de su casa, pues eso y no otra cosa deparaba el futuro para ella.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Nuevo tema, que es gerundio

Bueno, al parecer el tema de la inexistencia de los nazis no ha animado mucho a la gente a participar. Esperamos que este nuevo tema os de más juego y podamos leer muchos relatos jugosos. Esta vez hemos escogido un tema que nos propuso Laura Rubio via mail.

Que ocurriría si...conociésemos nuestro futuro?

Recordad que todos podéis participar, solo tenéis que enviar vuestro relato o vuestra propuesta para la próxima entrega a queocurririasi@gmail.com

lunes, 10 de octubre de 2011

Los malos de las películas

Tema: ¿Que ocurriría si no hubieran existido los nazis?
Autor:  Luis Guallar



Sobre un fondo azul, aparece la silueta de una montaña, logotipo de la Paramount. Esta no tarda en hacer una suave transición a una imagen real. El fondo azul se convierte en el cielo. La montaña dibujada se transforma en una gran roca del desierto, con una forma similar. La música, apenas un susurro, deja entrever la emoción que está por llegar.
Y entonces aparece un grupo de Boy Scouts. Parecen dispuestos a explorar unas cuevas. Uno de ellos, un joven rubio, se aleja del grupo junto a un amigo, que no parece demasiado conforme. Y en una cueva, encuentran a unos saqueadores, dispuestos a robar la cruz de Coronado.
Debería estar en un museo, dice el joven Scout.
Su nombre es Indiana Jones.

Sin duda, los años 80 fueron la meca del cine de aventuras. Durante esa época surgieron docenas de títulos destinados a divertir a toda la familia, películas que de pequeño iba a ver con mi padre al cine, mientras con una mano sujetaba la suya, con la otra el bote de palomitas, y mis ojos veían el mundo con la ilusión propia de los niños. Alrededor de 1981, no obstante, una película que pretendía alzarse como la reina de las películas de aventuras cayó repentinamente en desgracia. Durante su gestación no hubo más que problemas, además diversas deserciones. Finalmente, cuando se estrenó, la crítica se ensañó con ella brutalmente, la tacharon de inmoral y políticamente incorrecta, y pronto cayó en el olvido.
Mi curiosidad se despertó cuando me tropecé por casualidad con la carátula de dicha película en Internet. Titulada simplemente “La última cruzada”, contaba con un actor poco conocido como protagonista, un tal Harrison Ford. Sí, era poco conocido de nombre, pero su rostro era inconfundible, pues se trataba ni más ni menos que de Han Solo, el tunante compañero de Luke en Star Wars. Y no era de extrañar, pues el artífice de “La última cruzada” era ni más ni menos que el mismísimo George Lucas. A finales de los 70, Lucas estaba dispuesto a repetir el éxito de su película espacial con otra de corte mucho más clásico, cuyo protagonista sería una suerte de Han Solo reconvertido a arqueólogo y aventurero. El proyecto era prometedor, y todo indicaba que el director elegido por Lucas iba a ser Steven Spielberg.

Indiana Jones se halla en una habitación amplia, luminosa, y bastante lujosa. Parece encontrarse fuera de lugar. Un momento después, una puerta se abre, y aparece un hombre trajeado que se presenta como Walter Donovan, un nombre que Indy conoce bien. Walter le habla sobre una tablilla que sus hombres encontraron en una excavación, y que parece revelar información importante sobre un objeto mítico.
El santo Grial.
Indy apenas puede contener la emoción, aunque tiene la sensación de que no es él quien tendría que estar allí. Mientras tanto, Walter sigue hablando, emocionado.
—Estamos a punto de concluir una búsqueda que comenzó hace casi dos mil años. —Afirma, finalmente. —Nos hallamos solo a un paso.
—Que es cuando suele desaparecer el suelo bajo los pies. —Responde Indy, cínico.
—No sabe cuanta razón tiene. —Responde Donovan.

Los problemas no tardaron en llegar. Tras leer el guión, Spielberg rechazó el proyecto. Cuando se le preguntó al respecto no quiso dar explicaciones, pero afirmó que jamás volvería a trabajar con Lucas. Aquello los enemistó para siempre.
Tras la decepción inicial, George Lucas decidió encargarse personalmente de la dirección. Comenzó a controlar todo el proyecto, y a cambiar guiones. Él afirmaba que tenía escrita una trilogía entera, pero que había decidido comenzar por la tercera porque era la más espectacular. Aquello provocó diversos malestares en el equipo. Esos cambios, sumados a elementos del guión que parecían molestar a algunos, hicieron que diversos actores tuvieran que ser substituidos en el último momento. Aun así, el proyecto siguió adelante. Con un presupuesto ligeramente inferior al original, y algún cambio de última hora, la película se rodó con éxito. Pero como ya he dicho, la crítica la hundió. Fue un fracaso en taquilla, y finalmente quedó relegada a un sombrío segundo plano junto a otras tantísimas películas de escasa calidad.

Indy y Elsa caminan en la oscuridad. Están en una cripta subterránea, repleta de telarañas, huesos y ratas. Elsa, nerviosa, se agarra al brazo del valiente Indy, mientras este se abre paso. Finalmente, su búsqueda da sus frutos. Al final del camino, hallan una serie de tumbas y, en un lugar más elevado, la tumba del caballero. Emocionados, retiran la tapa. Y allí está, tallada en su escudo. La inscripción que tanto buscaban, y que da la clave para hallar el Santo Grial.
Alejandreta.

Hace unos cuantos años, encontrar una película poco conocida podía ser una odisea. Pero hoy en día, Internet hace que sea una tarea sumamente sencilla. Como he dicho anteriormente, me llamaba la atención aquella película protagonizada por Han Solo. ¿Qué podía tener que la hiciera tan polémica? ¿Cuál había sido el problema? Por supuesto, estaba convencido de que todo el asunto se había exagerado. Posiblemente la película era aburrida, o el guión resultaba flojo. Aun así, la curiosidad me podía. Así que me la descargué, y la comencé a ver.

El logo de la Paramount. La roca. Los Boy Scouts.

Durante varios minutos, no podía entender nada. ¡Aquella película era fantástica! ¿A que se debía tanta polémica? Por lo que estaba viendo, se trataba únicamente de una inocente película de aventuras acerca de un arqueólogo en busca de un mágico tesoro. Indiana Jones era un personaje muy inspirado, y exudaba carisma a raudales. Su estirado amigo Marcus resultaba bastante cómico. Y la película era toda emoción. La trama era interesante. El santo grial, caballeros de las cruzadas, un misterioso enemigo en la sombra… ¿Qué más se podía pedir? ¿Cuál era el problema?
Y entonces llegó. Porque aunque lo peor estaba por llegar, el principal problema de la película, el motivo de su caída en desgracia, se resumía en una única frase en boca de Indy. Tras llegar al castillo de Brunwald en busca del desaparecido padre de Indy, un poco inspirado Roger Moore que se había hecho con el papel tras la deserción de Sean Connery, nuestro héroe y su guapa compañera se encuentran con el misterioso enemigo que parece querer conseguir el grial. Un grupo de hombres de cabello oscuro y rizado, hablando por radio y trazando planes sobre un mapa. Y entonces llega la frase.
—Judíos. —Dice Indiana Jones, con visible desprecio. —Los odio.

Indy continua buscando, hasta que da con una puerta cerrada, con cables que delatan una alarma. Deduciendo que esa es la celda de su padre, entra en una habitación continua, sale por la ventana y, tras valerse de su habilidad con el látigo, alcanza la celda, donde se produce el divertido reencuentro. Entonces, Indy procede a narrar su expedición en las catacumbas, lo que emociona visiblemente a su padre, que se ha pasado la vida buscando el grial. Pero todavía queda un problema: los judíos.
—¿Por qué? —Pregunta Indy. —¿Por qué tanto interés en el grial?
—¿No es evidente? —Responde su padre. —Lo ponía en la tablilla. “Quien beba del grial llevará dentro de él un manantial de vida eterna.”
—¿Es eso lo que buscan? ¿La vida eterna?
—Cielos, Junior ¡Claro que no! —Exclama su padre. —Ellos no buscan utilizar el grial, sino destruirlo. ¿No lo entiendes? El cáliz de Cristo… semejante poder… ¿No entiendes en que lugar los deja a ellos una prueba así? Sería el final de su gran mentira.
Tras la explicación, son interrumpidos por un grupo de judíos armados. Indy se deshace de ellos sin demasiad dificultad pero, cuando va en busca de Elsa, descubre que la han capturado. Uno de ellos, que parece el cabecilla, la está apuntando con una ametralladora.
—Suelte esa arma, doctor Jones. O ella morirá.
—Está con ellos. —Comenta su padre.
—¡Indy, por favor! —Suplica ella.
—Es judía. —Insiste el padre.
—¿Qué? —Indy no se lo puede creer.
—De verdad.
—¡Indy, no!
—Ni siquiera es rubia, va teñida.
—La mataré. —Amenaza el judío, inseguro.
—¿Sí? Pues mátela… —Dice el padre, indiferente.
—¡No! —Exclama Indy, que no sabe a quien creer. —No lo haga.
—No temas, no lo hará.
—¡Haz lo que te dice, por favor! —Suplica Elsa.
—No le hagas caso. —Advierte su padre. —Es hija de usureros, y está acostumbrada a mentir, como todos ellos.
Indy, sucumbiendo a los encantos de Elsa, se deja engañar. Evidentemente, ella es judía tal como le había advertido su padre, y no tarda en traicionarle.

El resto de la película se pasó en un suspiro. Un conjunto de emoción y aventuras sin igual, manchado con los reiterados insultos al pueblo judío. Cuando terminó, me quedé pensativo un buen rato. Podría haber sido un gran clásico, un icono de los 80. Harrison Ford podría haber sido una gran estrella… y quien sabe, haber protagonizado Blade Runner en lugar de Tom Selleck. Tal vez se habrían rodado las otras dos películas de Indiana Jones… pero eso es algo que no sabremos nunca. El pueblo judío jamás podría permitir semejante insulto, y ellos controlan Hollywood en gran medida. George Lucas se equivocó al escoger al enemigo. Habría necesitado gente a quien todo el mundo odiara. Personas que pudieran ser los malos de las películas, sin miedo a represalias.