jueves, 18 de agosto de 2011

Degradación


Tema: ¿Que ocurriría si un zombie mordiera a un vampiro?
Autor: Luis Guallar

Los últimos rayos del eterno antagonista de mi estirpe, el astro rey, se desdibujan en el lienzo que es el firmamento, cada vez más oscuro. La sombra lo cubre con prontitud y la noche, fría y silenciosa amante de mi gente, me acoge en su seno, me abraza, y me desvela. Aparto la tapa de la que, tiempo atrás, creí mi última morada, con el ansia de ese dulce néctar que es la libertad, libertad que tan solo la muerte en vida puede otorgar. Soy un vampiro, un no-muerto, efigie de la perfección que tanto anhela la patética criatura humana, el acto definitivo de rebelión contra un Dios agonizante.
Antes de salir de caza, observo mi antebrazo, apenas cubierto por los jirones de lo que había sido la manga de mi elegante abrigo. La herida que tan despreciable criatura, carroña entre la carroña, me produjo la noche anterior, ha desaparecido por completo. Insultado, ultrajado… así me siento cada vez que lo pienso. Y es que si el vampiro, que se ha desprendido de la mortalidad del hombre pero aun así conserva la esencia y la fuerza de su espíritu, es la culminación de la perfección tanto física como mental, el zombie es el reverso de la moneda: tan solo la vulgar carcasa de la degradación, el recuerdo de la mortalidad humana, sin ninguna de las virtudes inherentes a la mente. Que tal criatura me mordiera en un imperdonable descuido por mi parte, por lo tanto, es una falta a mi honor. No obstante, la herida se ha curado. Tengo mejores cosas que hacer que preocuparme por eso. Junto a mi ataúd hay un viejo armario. Arrojo a un lado el destrozado abrigo, y me pongo otro en buen estado. Me miraría en el espejo para ver como me sienta, pero es inútil. De todos modos, conozco la respuesta.
Salgo a la calle, sumida en la oscuridad. Es mi dominio, el coto de caza de los míos. Como cada noche, busco la belleza de una joven humana. La sangre es sangre, pensarán algunos, pero yo lo veo de forma diferente. La muerte es mi regalo, la liberación de la atadura de tan breve existencia. Por eso busco la belleza, y no dejo que se marchite. Recorro calles apenas iluminadas por las farolas, hasta que encuentro a una víctima perfecta. Es hermosa, y joven. Camina sola, despreocupada. Me acerco, despacio. Ella se gira, y me extraño. Normalmente no me oyen venir. La saludo educadamente, y ella sonríe. Soy atractivo para ella, lo se. Lo soy para todas. Pero dispongo de otros trucos por si eso no es suficiente, aunque casi nunca los necesito. Le hablo, halago sus ojos y sus labios, y ella se ruboriza. Puedo oler su sangre bajo la piel de sus mejillas. Tengo sed, pero me contengo. Aun no. Esperar es parte del encanto de este juego. Mientras paseamos, ella arruga la nariz y dice que algo huele mal. Yo no noto nada, y eso que mi olfato es mucho más sensible que el suyo. No importa. Sin que se de cuenta, me la llevo a un callejón oscuro. Cuando nos acercamos, ella se preocupa y comienza a inventarse excusas, pero yo no me rindo fácilmente. Me pongo frente a ella, y le lanzo una de mis miradas hipnóticas, pero algo falla y ella grita. Le tapo la boca con la mano, mientras me pregunto que ha salido mal… ¿Es porque ahora un ojo me cuelga del nervio? No recuerdo si siempre ha estado así, o es algo nuevo. Da igual, tengo que hacer callar a la chica. Le susurro cosas al oído, y le lamo el cuello. Muerdo, y comienzo a chupar su sangre. La noto rara, como más liquida de lo normal. ¿No era más espesa? Finalmente la dejo seca, pero no estoy satisfecho y quiero más. Así que salgo del callejón, sin molestarme en esconder el cuerpo, y me voy en busca de otra tía, y encuentro otra que también parece muy guapa, aunque ahora eso ya no me parece tan importante, porque yo quiero sangre y nada más. A esta no la intento hipnotizar y me lanzo sobre ella y le doy un gran mordisco. Chupo y chupo sangre, pero también es muy líquida y yo quiero que sea menos líquida y que tenga más sabor porque no tiene sabor. Me estoy enfadando porque las tías tienen la sangre sosa y busco a un hombre y si está gordo mejor porque a lo mejor tiene mas sangre y encuentro uno y lo muerdo pero su sangre parece agua así que muerdo un poco de carne a ver si así esta mas rica y me gusta. Todo el mundo grita y me señala pero eso es porque soy un vampiro y los vampiros somos los mejores y somos guapos y todos quieren ser como yo aunque creo que se me va a caer un brazo pero me da igual porque me queda el otro con el que cojo fuerte al gordo. Tiene una barriga muy grande y la quiero comer porque hay mucha carne rica pero está cubierta por una cosa de esas con botones y la voy a arrancar pero creo que aprieto demasiado porque sale mucha sangre. Palitos grises asoman de la carne y yo quiero chupar.
Tengo hambre.
Carne rica.
AaaaaaAAaaaaAAAAAjhhh!!!!! Hambre, tengo hambre OOOOOOoooooooooouHHHhhhhhmmmMM!!!! Uuuuh uuuuuh!
Sol. Pica. Duele. Corro. Orf. Auh. Espero. Oscuro.. Ooooooooouuuuuuuuuuhhhhhh… ooooooooooooooouuh…
Ieeeeeeeeeeeh!!!!! AaaaaaaaAAaaaaaaaaaAaaaa!!!!
Eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeh!!!
Arf!! GrooooooOOooOOOooOOOOOOOOrff….
Grum Grum…
EEeeeeeeeEEEEEEEEeeeeeeeeeeeghhhh!!!! OOOOOooooooh!!!!
Uuuuuuuuuuuuuuuuuuuugh!!!!!!
Cerebro…

1 comentario:

  1. Sol.Pica.Duele...xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
    Me encanta!!!
    Muy buen relato! Gran idea la que el propio vampiro sea el narrador e ir viendo como pierde la razón, muy divertido! xD

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